ANSIA DESBORDANTE

No pedí nacer con esta ansia desbordante en mi pecho.

Yo no pedí crecer con utopías imposibles en mi magín.

Porque yo no pedí vivir con alas y horizontes multicolores…

por eso maldigo en un millar de voces extranjeras los desgarros del sentimiento.

Y puesto que mi mente delira de enloquecimientos,

y de mi corazón no brotan sino gritos inhumanos,

porque (mal)vivimos en un siglo que nos obtura los afectos y las emociones,

por eso clamo a los abismos mendigando un pedazo de vida neutra.

Anuncio publicitario

HABLEMOS

Hablemos del gobierno y de sus tics autoritarios.

Hablemos sobre todo del sufrimiento imposible de soslayar.

Hablemos de las estrellas y su longeva existencia.

Hablemos de la pegajosa resignación, con todos sus miasmas de muerte.

Hablemos de los somnolientes, que dormitan en vida.

Hablemos de las afiladas hojas del poder, cuchillo matador de indiferencias.

Hablemos del dolor, de las niñas gitanas, de las coces que el jamelgo da sin ton ni son.

Hablemos del acá y del allá, del allende y del aquende.

Hablemos de la carabela y de las caracolas.

Hablemos de los druidas.

Hablemos de dioses con conocimiento de causa.

Hablemos de sonrisas flagrantes, domeñadoras de lo insulso.

Hablemos del ímpetu de los adolescentes.

Hablemos de aquello que olvidó el recuerdo.

Hablemos de lo misterioso y de lo profano.

Hablemos de las melodías del averno, plenas de mefíticos azufres.

Hablemos de cómo te excitas con la vida.

Hablemos del desnudo emperador.

Hablemos de cuando querías llorar, pero te lo impidió el orgullo.

Hablemos de los milagros de san Teodosio.

Hablemos o callemos.

Hablemos de la atracción de la magnetita, de la afinidad con la ausencia, de la estaticidad de los caracoles y las tortugas.

Hablemos y chillemos.

Hablemos sobre la melancolía, de nebuloso contenido…  

Pero, sobre todas las cosas, dejemos al silencio habitar en nosotras.

NO CREO EN ESPAÑA

No creo en la españa de los habsburgo y de los borbones. No creo en la españa de la inquisición y del opus dei. Desprecio la historia oficial y a los adláteres lameculos del sistema. Detesto a la oligarquía, aristocracia y élites de variopinto pelaje que tan solo persiguen el provecho y el beneficio egoísta y desmedido.

La patraña de la transición no fue tal, sino continuismo dictatorial. Me parecen nefastos el sibaritismo y el olvido, plantas que crecen al albur de la ignorancia ambiente. No creo en ningún dios, y el yugo de los que se arrogan el poder de ser llamados amos me tendrán siempre enfrente y en contra.

No creo en el estado, ese monstruo infame. Nunca creeré en la mortificación, y la hipocresía, la malnacida, tan presente entre nosotros. No creo en la religión ni en los mitos. Odio la sociedad del espectáculo y los medios de desinformación me resultan repulsivos. No creo en el ibex35 ni en mesías ni profetas.

No creo en la guerra incivil, que llevó a hermanos a derramar su sangre en pos de ideologías bastardas. No creo en la uniformización que postulan los iluminados del conservadurismo. No creo en la españa policial, en las instituciones casposas del franquismo y en la justicia.

Este país es increíble porque tanto despropósito parece de ciencia ficción.

No creo en los profesionales de la política ni en las instituciones de poder establecido. No creo en la españa de la reconquista, ni en su fratricida fanatismo colonizador. No creo en los envidiosos, en los acríticos y en los ricos de este país, tan insolidarios como ningún otro.

No creo en la españa de la competición; aquella españa que se odia por territorios y por pueblos. Me parecen anacrónicos y antediluvianos esos hermanos de la fe llamados sacerdotes, astutos casposos de taimados propósitos.

españa no cree en un porvenir donde la pluralidad crezca libre. españa no cree en la democracia, porque el pueblo puede poner en solfa el statu quo. españa no cree en los pobres, y los margina, antes que paliar su sequía, material y espiritual.

españa no cree en la diferencia y los tics autoritarios de sus dirigentes—en la sombra—van a imponer encefalograma plano para todo y para todos, antes que relieves multicolores. El proyecto de españa como estado tiene que emancipar de sus estructuras todos los miasmas del pasado, que como costra imposible de extirpar se adhirió a su dermis.

¿Increíble, verdad? dirás… pero cierto, para mayor honra de dios y de una españa cuyo destino en lo universal pisotea a las mujeres, homosexuales, gitanos, pobres… y todo colectivo que intenta salir de su zona de postración y marginalidad.

No creo en esta españa con minúsculas, en la españa de los cementerios, porque rezumo vida y libertad, y no tolero el más mínimo grillo sobre mi maniatándome ni frenándome. Sangre encendida corre por mis venas, fuego imparable que brama exigiendo una ruptura total con todo este sinsentido; con el despropósito que las oligarquías un día impusieron y la inercia ambiente, junto con la indolencia y la inacción de los más ha perpetuado.

Photo by Pixabay on Pexels.com

ITÁLICA OTRA VEZ

Aquí fue, otrora, la populosa urbe romana.

Aquí los monumentos y la piedra ricamente tallada.

En estos páramos se irguió la ciudad de Itálica,

la mil veces maravillosa, enclave del sur más bello.

Aquí nació la leyenda, donde el azul es infinito

y el ruiseñor rompe el silencio con sus más finas melodías.

En sus calles el verde de la esperanza

y el carmesí de la pasión,

la púrpura de los emperadores

y el albo de las nubes celestes…

poblaron de magia todo lo manifiesto.

De la misma manera

a como se gestó la grandeza de Roma,

inmortal en el recuerdo, ciudad eterna,

así también labraron gloria

y fama imperecedera

los Trajanos y los Adrianos…

El asombro de la hermosura

se repite en el viajero atónito,

por tanto caudal de vida,

y un sonsonete de luz y color inefables

asoma a las pupilas.

¡Aquí fue Itálica!, ¡sabedlo bien!,

la de amplias calles y purísimos cielos;

¡Aquí el temible Anfiteatro!,

¡donde gigantomaquias sin fin

tuvieron su desenlace!

Es la ciudad populosa,

emporio del sur más preclaro,

lugar para la aventura y el poder,

donde se cifraron la audacia y la templanza,

conjuntamente, entre sus habitantes.

Hogaño, viven todos sus recuerdos

entre nosotros, vivos como peces de colores,

como alas indómitas y juguetonas,

como horizontes sin final cierto…

LOS TIPOS DE TIEMPO

Podemos definir el tiempo subjetivo como el evento—mental o físico—, que capta una persona consciente, y que media entre dos sucesos, sean éstos ideas o hechos fácticos.

Ahora bien, el tiempo puede clasificarse en tres tipos, según abarque más o menos eventos y acontecimientos: 1º) el tiempo periodístico. Es el tiempo de la inmediatez, el del aquí y el ahora, y es efímero e insubstancial. 2º) el tiempo histórico. Es el tiempo de los acontecimientos (entendiendo por acontecimiento aquel evento cuyos efectos se dispersan y derraman en una pluralidad de hechos, personas y tiempos) y 3º) el tiempo geológico. Es el tiempo más mayúsculo, el tiempo de las grandes travesías orbitales planetarias y de los eventos más dilatados en el tiempo.

Pues bien, dicho esto, la filosofía, y hoy en general, en casi todas las personas, se mueven en el tiempo periodístico. Es el tiempo de lo banal, de lo insípido y lo inesencial, de las grandes disputas en un vaso de agua; es el tiempo de la incomprensión, donde se mueven los políticos profesionales cortoplacistas.

Si queremos una filosofía con fundamento, necesitamos emancipar al pensamiento de su instalación en el tiempo periodístico y ubicarlo en todos los tiempos, con plasticidad y soltura, con movilidad y dinamicidad, con ductilidad y recorrido. Si queremos una filosofía con substancia y meollo debemos incardinar al pensamiento en análisis fecundos, puesto que las causas de las cosas, a menudo, trascienden el tiempo periodístico y se colocan en el tiempo histórico.

EL ESTADO POLÍTICO

En la actualidad, el estado es la cúpula estructural que tiene el monopolio de la objetividad política. Antaño, además, cuando no había división entre el poder terrenal y el poder espiritual, el estado poseía el monopolio de la Verdad Absoluta.

Puesto que la emancipación de las distintas capas formales que recubren al estado no son eliminadas del todo con el tiempo, la capa de “Verdad Absoluta” que irrigaba su ser antaño, aún permanece en el modo de la “objetividad”, mutación lógica del desarrollo concreto que han tomado los acontecimientos históricos.

MOZART

Su silencio tenía mucho de reflexión.

Ensimismándose en su música, como un dios,

lograba arrancar notas de una hermosura

tan blanca y tan maravillosa

a los sentidos

que dibujaba mariposas

llenas de flores y fragancias.

En las horas altas de la inspiración

era torbellino terrible, caudal imparable,

fluir de corrientes purísimas…

Un cuerpo cualquiera para un espíritu

sin parangón ni medida, inigualable

en su ser y en su existir.

La poesía de sus más acabadas obras,

eran deleite para las emociones, miel sabrosísima,

palpitar de linfas formidables…

Cuando el músico siente que él mismo

se convierte en expresión de la vida,

y su trabajo genial, como una paloma batiente,

late en lo más hondo del pecho

avivando la existencia

con su piafar de mundos.

El maleficio de su amor sobre la partitura,

la clara voz de sus profundidades

plasmada en el pentagrama,

el enigma incomprensible de su fantasía…

¿Qué abismos, qué final sin fondo,

en su alma auroral? ¿Cuánto vértigo

para los sentidos acostumbrados

a la mediocridad?

Rompiste el canon, supusiste un antes

y un después para el arte, produjiste

una música de amaneceres inefables,

plena en intensidad y dulzura.

Fuiste coloso en tu tiempo,

incomparable rosa del mediodía,

jardín de belleza inagotable,

manantial purísimo de cristal inmarchitable.

Caerá el cielo, y todas las estrellas

se apagarán, y se acabará su luz,

mas tú, oh genio indiscutible,

pervivirás allende las edades del mundo.

Porque estremeciste el mundo

con tu embriaguez; porque tu reino

sí era el de la música más irrepetible;

porque mostraste a la vida

toda su pujanza y rivalizaste

con los centauros del fuego eterno.

AETAS AUREA

Entonces, casi sin darnos cuenta,

imperceptiblemente,

nos fuimos llenando de cadenas.

El hombre se convirtió en un yugo para el hombre,

y las azucenas de antaño devinieron marchitos pétalos.

El mundo era un lugar afable e inocente,

un ámbito para la fraternidad y la amistad.

Pero las sociedades se convirtieron

en cárceles inmensas, en formidables recintos

de opresión y despropósito,

donde los mercaderes de necesidades manipulaban

los deseos y las pasiones de la masa ignara

para acrecentar su imperio despótico de poder.

Las jerarquías se volvieron rígidas,

las prerrogativas de unos a otros inexistentes,

el mérito invisible…

y surgió, entonces, la decadencia profunda:

una inmensa sima de putrefacción

donde los más acababan sepultados.

La ruina agrietaba las paredes del conjunto,

la división, todavía, fragmentaba y atomizaba

a los constituyentes de la farsa.

El precipicio estaba, cada vez, más cercano

y el infierno en vida era un hecho.

Con todo, había fisuras por donde la ilusión

se colaba; era un hecho aún lejano,

pero permitía vislumbrar

algo de decencia

en el ámbito de los hombres.

LIBERTAD DE INDIFERENCIA

Si entendemos libertad como libertad de indiferencia, esto es, capacidad del individuo operante para elegir entre, al menos, dos posibilidades sobre un asunto dado, ni el ignorante supino ni el dios todopoderoso serán libres, puesto que el primero se ve abocado por su desconocimiento a la total inacción; pero es que el segundo de los ejemplos, el divino, también se verá abocado, en virtud de su máxima sabiduría, a tomar el mejor partido de modo necesario. Tan solo un conocimiento finito, es decir, el del ser humano, será propicio para que se le pueda denominar libre en sentido estricto.

EL RUISEÑOR DE MI ALMA

El ruiseñor de mi alma

se niega a anidar

en la jaula del conformismo,

recinto del hábito y la rutina;

no acepta bridas ni frenos,

apatías ni monótonos senderos…

sus alas quieren

horizontes inmensos,

cielos preñados de soles,

su canto melodías diáfanas

que rompan con el destino.

El ruiseñor de mi alma

es alfa y omega de vida,

tiene el ímpetu del torbellino

y puja sobremodo a la negatividad.

No juzga sin conocer,

ni culpabiliza al inocente,

tampoco pretende una complicidad vana y vacía…

anhela convertir lo usual en excelso,

transformando

el crisol dorado del mediodía

en eternidad imposible,

sembrar semillas rumorosas

en el panal melífico del sentimiento,

y dorar los instantes

con el zumo de la vida,

con la primavera del mundo.

De los hipócritas aprendió la amistad sincera,

de los temerarios la retirada a tiempo,

la venerable senectud le enseño la ilusión,

y el entusiasmo, y el buen hacer…

de las mujeres la hermosura,

y de los experimentados

en el arte de la existencia la sabiduría.

El ruiseñor de mi alma

canta al alba, y propaga

su canora cadencia

por el celeste inefable.

Cuando llegue la hora de los ocasos

y su canto se vea interrumpido

abrazará su condición

con dulce aceptación,

con alegre ánimo…

porque la vida

es en todo momento

regalo incomparable,

donde cintilan soles irrepetibles.